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ASILAH (Marruecos): La Medina del Atlántico.

ASILAH (Arcila)

La medina del Atlántico

Muralla de AsilahEl indómito Atlántico rompe sus olas en los muros defensivos que los portugueses alzaron hace siglos para proteger la ciudad de piratas y demás embestidas procedentes del otro lado del estrecho. Las costas españolas, demasiado cerca para ser imposible la paz en tiempos complicados, eran la referencia de los conquistadores lusos que se hicieron fuertes en la antigua Arcila, ahora llamada Asilah. Aunque ellos serían uno de muchos que pasaron por esta ciudad frecuentada desde antiguo por fenicios, cartagineses, romanos y los propios árabes, que le dieron la forma definitiva. Mas adelante los españoles unirían este nudo de comunicaciones a su protectorado de Marruecos dejando ligeros toques de su presencia. En unas calles laberínticas vestidas de blanco y azul de la medina más bella del Atlántico (competiría con Essaouira, con la que guarda cierto parecido) los aires de bohemia y vanguardia de principios del Siglo XX en el norte del país alauita recubren de arte, poesía y pintura las paredes de las casas.

Allá, donde el pescado más fresco vuelve en pequeños botes cada mediodía, sigue deteniéndose el tiempo en la paz de unos callejones bordados de silencio, abrazados por una muralla que los protege de sí mismos más que del propio Océano. Predomina el blanco sobre el azul, el verde y el barniz de la madera que nutre puertas primorosas. Los detalles de algunas calles, con arcos que comunican edificios enfrentados, ventanales labrados minuciosamente y la caricia continua de un cielo siempre acompasado con la medina de Asilah, enlazan las piezas de un puzzle que el visitante se ocupa de colocar poco a poco hasta que llega a sostener la ciudad con la palma de la mano.

Arte callejero en AsilahOtra de las particularidades de Asilah se encuentra en esos elementos de los Siglos XV y XVI que nos hacen pensar durante un segundo si nos encontramos en una pequeña villa portuguesa, a tenor de las murallas y, sobre todo, el torreón (Torre el-Karma) que domina la plaza más grande de la medina (Sidi Ali ben Hamdush). Alrededor suyo la vida va surgiendo minuto a minuto, sobre todo tras la apertura de esas tiendecitas de artesanía tan encantadoras con que cuenta la ciudad. Esta torre cuadrada que parece salir de un castillo medieval de tierras ibéricas, es la clara dominadora de Asilah en los últimos quinientos años. Sin duda nos encontramos ante el punto de mayor altura en una ciudad de corte bajo.

Aunque el baluarte luso más característico de la medina está, por supuesto, en las murallas que protegen la ciudad blanca del oleaje del mar y que en su día lo hicieron de conquistadores y saqueadores. Prácticamente en el extremo sur de la ciudad vieja, siguiendo en línea recta el extremo más próximo al mar (aunque es verdad que todos los caminos llevan hacia allí) surge un lugar espectacular para disfrutar de una panorámica realmente significativa de Asilah con sus muros a tono aguardando la llegada de las olas. Allí turistas, locales y demás curiosos se reúnen como en ningún otro punto de la ciudad. Quizás por ser el más sugerente, por poder mirar cara a cara al Atlántico, por poder recibir su brisa y los reflejos blancos de unas casas neoárabes capaces de deslumbrar al más pintado.

Pero que nadie se lleve a engaño, Asilah conserva fuertes sus raíces y por mucho que haya recibido aires foráneos, nos encontramos en Marruecos para lo bueno y para lo malo. Lo que viene a ser el “choque cultural” que se lleva cualquiera que cruce el Estrecho está totalmente garantizado.

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